En julio pasado, el Bankers plantó las primeras semillas del huerto que crece en la terraza del club. Luego de dos meses, algunas de estas semillas ya rinde sus frutos. Ya se puede observar uno que otro pimiento, varias flores de zucchini, exuberantes arbustos de albahaca morada y hortalizas. Es un huerto modesto, pero es el inicio de otra de las actividades que el club realiza para elevar la calidad culinaria del restaurante.
Si hay una tendencia gastronómica que cada día toma más fuerza a nivel mundial entre los mejores restaurantes y chefs, es el slow food. Elegir ingredientes locales y orgánicos que contemplen buenas prácticas agricultoras, es la fórmula que garantiza la calidad de un plato. Más allá de una práctica, el slow food es una filosofía culinaria. La relación del chef, productores, y métodos de cultivo hoy en día son inalienables en los cocineros catalogados como los mejores del mundo. Si algo caracteriza a las mejores cocinas, es el intento en prevalecer lo local, regresar la cocina a su origen, y valorar las prácticas y productos nativos que marquen identidad para así crear cultura gastronómica.
A pesar de que el huerto de la terraza en el Bankers es pequeño, este representa una oportunidad de aprendizaje irremplazable para el personal de cocina. Poder palpar y observar el crecimiento de vegetales dota de conocimientos prácticos en el manejo de los alimentos. El huerto además ha evitado el desperdicio de cocina. Los residuos de vegetales y otros, son utilizados para abonar las plantas en crecimiento. Todo el personal de cocina fue previamente capacitado para conocer los cuidados y buenas prácticas para el mantenimiento del huerto. Además se les obsequió semillas para incentivar esta práctica individualmente, desde casa.
El concepto detrás de los restaurantes farm-to-table, impulsan el movimiento slow food dejando atrás el uso de productos industrializados, reemplazandolos por ingredientes frescos. Desde la cocina del Bankers, elegimos siempre los ingredientes de mayor calidad disponible. Esto tiene que ir a la par de prácticas que sean coherentes con una filosofía que no ponga en riesgo la calidad de un plato. Por eso, el huerto es una actividad que genera conciencia gastronómica al personal de cocina, acercandolos a la naturaleza de los alimentos.