Aproximadamente ocho millones de toneladas de plástico terminan en el océano todos los años. Es como si se arrojare el contenido de un camión de basura, cada minuto. El nivel de consumo de plásticos -especialmente de aquellos fácilmente desechable- es insostenible. Alrededor del mundo, importantes restaurantes están tomando acciones para combatir la contaminación que afecta a la naturaleza y a su vez a las especies más apetecidas: los mariscos. El Bankers Club de Guayaquil no se queda atrás, y desde julio le dirá adiós a los 5.000 sorbetes que se consumen mes a mes aproximadamente. Además el club comenzará un huerto desde la terraza -para que en un futuro próximo los socios puedan deleitarse con platos que contengan vegetales orgánicos y saludables.

A pesar que los sorbetes no son el único objeto plástico de vida útil corta, es uno del que se puede prescindir fácilmente. Al igual que las fundas, -que ya son prohibidas en algunos lugares como Galápagos y Chile- los sorbetes se están convirtiendo en un símbolo de contaminación. Estudios afirman que el plástico toma más de mil años para descomponerse por completo. Ciudades como Nueva York y Londres están por prohibir su uso, e importantes restaurantes como Babbo Ristorante e Enoteca ya le han dicho adiós.  Los días de los sorbetes plásticos, están contados.

Un sorbete arruina la presentación de un cocktail una elegante copa o vaso. Puede estropear la experiencia de beber un margarita, al que se le unta sal a los bordes de la copa, para que al beberlo, ayude a  intensificar los ingredientes, equilibrando la acidez del jugo de lima y la calidez del tequila. Si se utiliza un sorbete para beber un cocktail con muchas capas de licores y sabores, al probarlo resultará diferente. Ria Soler, sommelier en The Breslin, dice que “un hombre jamás debe beber un trago con sorbete”. No solo que puede ser fácilmente prescindible, sino que puede arruinar el sabor de los cócteles.

Otra de las tendencias que el Bankers también ha decidido adoptar es la siembra de un huerto en la terraza. Se han instalado seis mesas de cultivo de madera de pino. La iniciativa pretende el cultivo orgánico de plantas y hortalizas culinarias como el estragón, menta, albahaca, zucchinis, entre otros. La psicóloga Cecilia Viteri, especialista en horticultura y encargada del huerto del club, indica que “esta es una primera etapa, y se espera en un futuro tener más mesas e integrarlo con las necesidades de la cocina.” Para elegir las primeras especies se trabajó con el chef ejecutivo del Club, quien dió una lista de los ingredientes recurrentes en el menú.

El huerto será completamente sustentable. El personal de la cocina recibirá capacitación para abonar la tierra con residuos de la cocina, y evitar desperdicios. Además se les enseñará cómo realizar un corte adecuado al momento de la cosecha. En aproximadamente tres meses, los socios quizá podrán degustar de unas flores de zucchini orgánicas e inclusive, un mojito directo del huerto.