Una de las grandes lecciones que recibió el empresario mexicano Mauricio Fernández Garza fue que no haga sus reuniones en la oficina. Él viene de una familia de tradición empresarial: su abuelo, Roberto Garza, fue uno de los magnates de Monterrey. Una parte importantísima de la  herencia que le dejó no era material, sino un consejo: en el mundo de los negocios hay que aprender a jugar golf y a tomar socialmente. Jugar golf con clientes o socios porque la conversación a lo largo de las horas es bien pensada. Entre hoyo y hoyo hay suficiente tiempo para reflexionar sobre lo que se dice. A tomar porque hay que salir de las cuatro paredes de la empresa. “Mi abuelo me decía que cuando quisiera tratar negocios no los citara en mi oficina. Que fuera a un bar —por supuesto no a agarrar la jarra completa— pero que tuviera la cortesía de invitar a alguien a un bar en un plan neutro.” El éxito en una reunión puede estar en el lugar donde se desarrolla.

 

Hacerse socio del Bankers es dar un paso en esa dirección. Si hay una opinión recurrente entre los socios es que cuando se trata de reuniones de trabajo, el club es el mejor lugar. Porque para cerrar un negocio, lo ideal es llevar a la contraparte a un ambiente donde se sienta a gusto.

 

Una negociación es la mediación entre dos partes que quieren conseguir algo. Cada participante busca el mejor resultado posible para sí mismo, sin perjudicar a la otra. Una reunión de negocios en un ambiente neutral nos da la posibilidad de llevar la conversación a otros planos —hablar de gustos, de actividades— para conectar mejor, para comprender mejor, para conocer más a la persona o compañía con la que entablaremos una relación de mediano o largo plazo. Si bien los negocios requieren decisiones objetivas, quién nos agrada o quién nos genera confianza es producto de la subjetividad. Cuando estamos negociando, hay que ser al mismo tiempo firme y agradable, claro pero cordial. Es un equilibrio que se estudia en las escuelas de negocio del mundo entero. El Bankers Club es un aliado para conseguirlo.  

 

Lo hemos visto en películas y series. En Mad Men, el show de AMC sobre la industria publicitaria en los años 60, las grandes negociaciones ocurrían lejos de las salas de juntas. Los ejecutivos de Sterling Cooper, la agencia ficticia donde se desarrolla la historia, citan a sus clientes y prospectos en restaurantes de lujo, en bares, en suites de hoteles. Ellos saben muy bien que no hay mejor forma de conseguir lo quieren; es más, dentro de la agencia los ejecutivos de cuentas dedican gran parte de su tiempo a dar un trato especial a los clientes, de acuerdo a sus gustos personales.

 

Nuestros socios lo entienden bien: sacarlos de oficina, llevarlos a un buen lugar y hacerlos sentir importantes es esencial para cerrar un buen negocio. Larissa Marangoni en una entrevista dijo que “en términos ejecutivos y de negocios [venir al Bankers] es ideal. Es un club de negocios. Si quieres hacer un negocio, con una buena cena, buena vista, las cosas fluyen mucho más que si estás en un lugar encerrado”. Larissa realiza sus reuniones de APROFE en las salas de sesiones del  Bankers.

 

Otra de nuestras socias, Silvina Abboud, también prefiere la comodidad del club para sus sesiones de trabajo. Es como si hubiera recibido el consejo de Roberto Garza. “Me gusta poder decir: en lugar de reunirnos en la oficina a ver algo, qué te parece si nos juntamos en el Bankers, comemos algo rápido y lo conversamos” cuenta.

La oficina está bien para las operaciones, para liderar al equipo de trabajo, pero para cerrar un negocio, no hay mejor lugar que el Bankers Club.