Para Ricardo Koenig, los dos años que planeaba vivir en Guayaquil se convirtieron en toda una vida.
Los guayaquileños somos gente divertida, cordial, hospitalaria. Casi medio siglo ha pasado desde que Ricardo Koenig llegó a Guayaquil y se enamoró precisamente de eso, la calidez de su gente. Su acento argentino permanece intacto. Ricardo vino a trabajar en una agencia de publicidad, con planes de quedarse dos años en la ciudad, pero esos dos años se convirtieron en toda una vida para él.
“Desde hace muchos años yo digo que soy un guayaquileño adoptado y adaptado y hace unos años, la Junta Cívica de Guayaquil me dio la patente de guayaquileño cuando me nombró hijo más ilustre de Guayaquil. Antes lo decía, ahora lo tengo certificado.” Lleva más tiempo viviendo aquí que en su país natal, de donde llegó a sus 27 años. En el 2007, recibió la naturalización como ecuatoriano por servicios prestados al país, porque desde hace varios años se dedica a la actividad social en la presidencia de Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia – que tiene a cargo el Hospital León Becerra, el Hogar Inés Chambers y la Unidad Educativa San José Buen Pastor- una institución a la que se dedica al 100%, como voluntario. Él asegura que su fin es devolver a la ciudad de Guayaquil lo que le ha dado a lo largo de todos estos años.
Ricardo es socio del Bankers Club desde el 2002 y ha sabido aprovechar los beneficios muy bien. Antes de dedicarse a lo social, cuando trabajaba en actividades de negocio, llevaba a sus invitados internacionales al club, al puro estilo de la serie Mad Men, donde la mejor forma de cerrar un trato es llevar a los clientes a un lugar agradable, cenar y compartir un trago. Pero el club no solo tiene para él una finalidad comercial; aquí que ha hecho muy buenos amigos.
Lo que más disfruta Ricardo es ir al club con amigos. No es raro encontrarlo un día común a la hora del almuerzo o la cena. También asiste a los eventos que organiza el club con su esposa, Cecilia Dupont, y sus amigos que también son socios. En febrero, estuvo en la degustación de quesos y vinos, aunque, a decir verdad prefiere tomar otra cosa. “Yo soy cervecero, así que degusto los quesos con cerveza.” Como buen argentino, le gustan la carne y las pastas, pero no los vegetales, que están vedados de su dieta. Al momento de comer, tiene un gusto muy exigente, pero el Bankers supera sus expectativas; le encanta la gastronomía del club. Así, Ricardo convirtió a Guayaquil en su hogar y al Bankers Club en su lugar especial.
.