Larissa Marangoni es una artista multidisciplinaria y una mujer multifacética: tiene una larga trayectoria como escultora y artista contemporánea y desde 2016 es la directora de la Asociación Pro Bienestar de la Familia Ecuatoriana (Aprofe). La carrera artística de Marangoni empezó hace 28 años, cuando recibió una beca de la Universidad Lester B. Pearson, en Canadá. Se graduó como Bachelor of Arts de la Universidad de Vermont, y en la prestigiosa Universidad de Syracuse de Nueva York cursó una maestría en escultura. Su vida, ligada a la cultura, giró hacia la salud pública en 2006, cuando fue nombrada Vicepresidente de Aprofe, una asociación privada ecuatoriana que promueve la planificación familiar y el derecho de mujeres y hombres a decidir libremente sobre el número de hijos que quieran tener. De acuerdo a su sitio web, educa al hombre, a la mujer y a la pareja “en comportamientos saludables que les permitan tomar decisiones informadas, voluntarias y responsables para que ejerzan su sexualidad en forma segura y placentera y se prevengan de infecciones de transmisión sexual y VIH/SIDA, generando estos cambios a través de sus servicios médicos y educativos.” Esa gestión de ya una década —y para la que realizó una maestría en Salud Pública— la ha combinado no solo con su trabajo artístico, sino con cargos públicos y privados. Sentada, en una sala de reunions del Bankers, Club del que es social hace cuatro años, recuerda su trayectoria. “Fui coordinadora zonal del Ministerio de Turismo, después Directora Cultural de Guayaquil, donde manejé 7 museos, y también fui directora del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo de Guayaquil”.
El arte la ha llevado a recorrer el mundo. Ha sido invitada a Israel, Suecia, Estados Unidos, Chile y Argentina para exhibir su obra, y ha ganado varios premios y reconocimientos a nivel internacional. Hasta ahora, ha participado en más de 60 exhibiciones grupales y 23 exhibiciones individuales. Existen más de 80 artículos en diferentes libros, revistas y periódicos acerca de su trabajo. El curador ecuatoriano Hernán Pacurucu trabaja actualmente en un libro (que tendrá cerca de 350 páginas) que mirará en retrospectiva la producción de Marangoni. Su trabajo escultórico se puede ver en diferentes espacios públicos del Ecuador, como en Pikaia Lodge —un pequeño y lujoso hotel de las Galápagos—, el World Trade Center de Guayaquil y, muy pronto, en el renovado estadio George Capwell del Club Sport Emelec. En todo este tiempo, su producción artística no ha cesado: “Mucha de mi obra está también en colecciones privadas y en los espacios públicos que mucha gente conoce”. Su trabajo como gestora en el ámbito público incluye la dirección de arte del servicio de buses rápidos de Guayaquil, la Metrovía, un proyecto conjunto con el Museo Municipal de la Ciudad.
Hace más de diez años, Larissa Marangoni tuvo la oportunidad de ampliar su perfil de experiencias: le propusieron ser la Vicepresidenta de Aprofe. “Uno como ser humanos siempre tiene que ponerse retos” dice. “Hice el PADE, cursos de nivelación sobre negociación, empresas familiares, maestría de salud pública en la parte administrativa, porque yo dije ‘wow’ esta es la oportunidad de aprender de algo increíble”. Aprofe nació en 1965 y fue concebida por un grupo de profesionales —entre ellos el doctor Paolo Marangoni Soravia— preocupados por el crecimiento demográfico incontrolado y la paternidad irresponsable. Hoy, Aprofe tiene 7 centros, una clínica de cirugía y partos y emplea a más de 450 de empleados. “Mucha gente no lo ve, pero ahí también despliego mi lado creativo. Lo creativo es mucho más valioso. Yo soy la que arma las cosas y mi equipo de trabajo las ejecuta”, dice sentada en la comodidad del Bankers Club, un sitio al que considera muy especial. “En términos ejecutivos y de negocios es ideal. Es un club de negocios. Si quieres hacer un negocio, con una buena cena, buena vista, las cosas fluyen mucho más que estás en un lugar encerrado”, cuenta Marangoni. Los miembros de Aprofe suelen reunirse en el Club y siempre tienen, como ella dice, casa llena. Esto se debe a que en el Bankers “Todo se da para que las cosas salgan muy bien”, dice mientras recuerda que por su trabajo tuvo de invitado en él, no hace mucho, al cantante Gabi (sí, el autor del Meneaíto) y que aunque su look de rapero era poco habitual para quienes visitan el club, lo hicieron sentir muy bien. “El Club te hace sentir especial, sin que se sienta forzado”. Por eso, cree que es ideal para almuerzos de negocios, “en un ambiente que privilegia lo continental y trasciende a lo meramente tradicional”, dice Marangoni, mientras conversa en un club multifacético y cosmopolita —como su obra y su vida.