Beber ginebra se ha convertido en una moda; los mejores clubes y bares la ofrecen en distintas formas y combinaciones.

Esta bebida, que se obtiene por destilación de la cebada, es aromatizada con bayas del árbol de enebro, cuya madera se utiliza también como condimento —que guarda algún parecido con la canela—.

Se cree que originalmente fue concebida como un remedio para mejorar la función renal y la digestión, a comienzos del siglo XVII, y posteriormente —siglo XVIII— se utilizó como medicina en contra de la malaria. Sin embargo pronto se popularizó entre los trabajadores londinenses, que solían disfrutarla después de una larga jornada de labores. Tanto fue el gusto que adquirieron por este destilado, que algunos llegaron a negociar que parte de su salario fuese pagado con ginebra.

Y aunque suele haber confusión entre la ginebra y el gin, por su similitud, éste último tiene su origen en Holanda y se caracteriza por su aroma a malta. Fueron los ingleses, sin embargo, quienes lo popularizaron, lo trasladaron a su país y lo convirtieron en un trago local.

“Ella es gin. Fría, intoxicante. Te da un subidón, te calienta por dentro, te hace perder la cabeza. Si tomas demasiado te enferma y te echa para abajo.” Es la comparación entre el gin y una mujer, que hace el autor estadounidense Henry Rollins, en su libro See A Grown Man Cry, Now Watch Him Die.

Si Hay razón o no en ese símil, lo podrán decir los aficionados a esta bebida espirituosa, que podrá ser degustada en la cata con un menú especial que organiza el Bankers Club el jueves 29 de septiembre.