El cassoulet es un plato contundente. Para disfrutarlo mejor, hay que tener hambre y darse el tiempo de saborear cada bocado, pues el fuego se encargará de convertir varios tipos de carne, en una deliciosa mezcla llena de energía.

La leyenda francesa lo engalana como la receta de la victoria. Originario de Castelnaudary, ciudad del sur francés, sitiada durante la Guerra de Cien Años, los pobladores habrían preparado un cocido con todas las sobras encontradas en la ciudad, para entregárselo a los soldados, quienes, tras comerlo, habrían recuperado las fuerzas para liberarse de sus enemigos ingleses.

La historia desestima el romanticismo de esta leyenda, aunque en el imaginario permanece el cassoulet como el símbolo del patriotismo, y los ingredientes, como la suma de aquello que comía una familia de campesinos de la época.

Este platillo está compuesto por fréjoles blancos y diferentes tipos de carne, cocidos al fuego durante varias horas. De ahí su nombre, cassoulet, por la cassole, la olla en la que se preparaba ésta energética receta.

En el Bankers, esta tradicional receta francesa – cuya receta tiene variantes según la región en la que se la prepare- surge de las manos del Chef parisino, Stéphane Richard. En ella, incluye pato, chorizo, cordero, salchichas, entre otras delicias proteicas. Este cocido se acompaña de una fresca ensalada verde.

La prueba de que el cassoulet es un plato digno de saborearse, está en el canto que el poeta Auguste Fourès le dedicó, en 1876, a este apetecido potaje francés, al que le auguró quinientos años más de vida.