El Aïoli evoca —para la mayoría— una salsa blanca, similar a la mayonesa, con un toque de ajo. El Aïoli Provenzal es, sin embargo, un plato diferente. Aunque uno de sus elementos sí es la salsa Aïoli como la conocemos, a eso, se suman vegetales y mariscos. Típica del sur de Francia —de la zona llamada Provence, de ahí su nombre — es una receta que intenta transmitir el espíritu de esa soleada y colorida región. Por eso privilegia sabores, texturas y colores.

En la mesa del sur francés esta combinación es indispensable. Se sirven los vegetales cocidos: zanahorias, papas, coliflor, vainitas, remolacha; se incluyen además huevos duros. En Francia, usualmente usan bacalao seco y caracoles, como elementos típicos del Aïoli Provenzal. En el Club, los mariscos son otros: mero encurtido, langostinos, mejillones y pulpo. Todo esto se acompaña, en efecto, de la salsa Aïoli, cuyo origen histórico se remonta al siglo I.

En Francia este es un plato que suele ser consumido el Miércoles de Ceniza, cuando inicia la Cuaresma. Es compartido entre amigos y familiares: la cantidad de elementos que lo componen simbolizan la abundancia de la comida. Este plato rompe además con la idea del morue aux pommes de terre —bacalao seco con papas— que se consumía los viernes y que era considerado casi una penitencia religiosa: llegó a ser tildado como “la carne de res para pobres”e incluso servía de proteína para los esclavos.

Hoy el Aïoli Provencal se come también como un plato ligero en primavera y verano. La mezcla de colores —el morado de la remolacha, el verde de las vainitas, el naranja de las zanahorias, el blanco de la coliflor— con la variedad de mariscos que es servida, y la tradicional salsa Aïoli, lo hacen llamativo a la vista y delicado en el paladar.